
Situado en Capilla del Monte, este cerro se rodea de misticismo, energías y avistaje de ovnis. Para decepción de varios, no he logrado ver nada de esto (al menos no en una primer instancia) en las 3 horas que separaron a la base de la cima, ni en las 3 horas de descenso. En cambio, la he pasado muy bien con un grupo de personas que conocí camino de regreso. Interesante es ver cómo interactuan los diferentes grupos en el ascenso, siendo uno el guía de los que están más abajo y todavía no han recorrido suficiente camino, y viendo a quienes están arriba como esperanza de que se puede llegar más alto. Visión paralela aparte, lo anecdótico: Unos perros que parecían guiarnos -con mejor estado físico que todos nosotros- de aspecto chinesco en la mirada.

Ahora me encuentro en Chilecito, La Rioja, desde la noche de ayer, por lo que dejé a Córdoba y su gente atrás en un decisión de segundos, continunado la ruta desde capital, pasando por Cosquín, trasbordando en Patquía y cruzando Nonogasta para llegar a destino. He de admitir que me fuí con ganas de compartir una última cena de empanadas con ustedes, familia de Palenque, a los cuales les agradezco de corazón la forma en la que me reciben. Gato, Gaby, Naty, Ivo... Volveré (y seré miñones). La siguiente parada es el Parque Nacional Talampaya, si el clima y el combustible (o la falta de) lo permiten. Luego, quizás, Tucumán.
Van otros 468km, y sumando...